Con tan sólo 27 años, el plusmarquista malagueño de los 200 metros estilo mariposa, es funcionario del cuerpo de médicos del estado. Creció como nadador en el Club Natación Cerrado de Calderón (Málaga) donde entrenó desde pequeño hasta consolidarse como deportista elite. En ningún momento descuidó su formación académica por eso, tras su retirada, pudo prepararse para alcanzar su meta profesional: ser médico.
Oro, Plata y Bronce: ¿Qué es para ti el «deporte»?
Carlos Peralta: Creo que nunca he conocido algo tan potente y que me haya marcado tanto en mi vida como el deporte, nada que no fuera el Deporte en mi vida. Para mí ha significado mucha disciplina, esfuerzo, pero sobre todo COMPROMISO.
Gracias al deporte he podido comprobar en otros ámbitos de mi vida que soy un luchador, comprometido con mis objetivos y mis sueños.
OPyB: ¿Qué es lo que recuerdas de tus primeros años practicando deporte?
C.P.: De mis primeros años tengo un recuerdo muy bonito. Me enseñó a nadar mi padre en la piscina de la comunidad, más tarde me apuntaron a clases, junto con mis hermanos. Para nosotros era pasar tiempo en familia.
Además de un recuerdo muy bonito, es uno muy familiar, que más tarde, durante mi carrera, en el trabajo psicológico me servía de refugio.
OPyB: ¿Cómo llegaste al mundo de la natación? ¿Qué te atrajo de él?
C.P.: Gracias a los buenos momentos y a esos recuerdos familiares, me enamore de la natación.
OPyB: ¿Cómo fue el momento de la retirada?
C.P.: Me desenamoré del deporte, de la natación, no me hacía feliz y había veces que no sabía ni la razón, es un momento duro para cualquier deportista, tomar la decisión de alejarse de la competición.
OPyB: ¿Es necesario tener alguna cualidad especial para practicar este deporte?
C.P.: Sí, aunque creo que las cualidades se tienen que ir descubriendo y se tienen que entrenar. Una persona puede poseer una cualidad, que en ese momento no destaca o sin ser consciente de ello, y gracias al trabajo y la constancia puede transformarse en una de sus fortalezas.
OPyB: Tú eres un deportista Olímpico ¿Cómo recuerdas el camino hasta llegar a los JJOO de Río?
C.P.: Para mi fue muy duro, el recuerdo que tengo es como si estuviera en una burbuja, sentí mucha soledad, pasaba mucho tiempo conmigo mismo y mi cabeza, este camino me permitió conocer las partes más oscuras de mi mente, lo que me hizo crecer y conocerme a mi mismo. Fue un momento muy personal. A su vez sentía muchísima motivación y determinación, estaba inmerso en el proceso 24/7.
Es un recuerdo agridulce, dulce por el logro, la satisfacción, la alegría y a su vez agotador, cruel y duro.
Justo después de que se confirmara mi asistencia a los JJOO, me pasé 3 días llorando debido a la acumulación de estrés al que había sido sometido, solo quería que llegaran los juegos nadar y sentir que no me lo podían quitar, no me podían quitar mi sueño.
OPyB: Desde tu conocimiento como médico y tu experiencia como deportista, ¿crees que la salud del deportista de competición está por encima de subirse a un pódium?
C.P.: ¡¡Sí!! Y no hay nada que rebatir.
Hay mucha vida mas allá del deporte y si hay alguna razón médica que pone en riesgo la salud o la vida del deportista hay que tomar decisiones drásticas.
Entiendo que a un deportista en activo le cueste aceptarlo, porque yo mismo me di cuenta cuando estuve ya fuera del deporte, por eso creo que hace falta integrar personas con experiencia deportiva en el ámbito médico del deporte, que ayuden y entiendan al deportista.
OPyB: Desde hace unos años se han conocido muchos casos de abusos en el deporte. ¿En qué momento se ha normalizado este tipo de conductas como parte del entrenamiento?
C.P.: El problema real es que en la relación entrenador-deportista existe una diferencia de poder, por lo que siempre habrá un desequilibrio y una relación poco sana.
En este deporte, siendo muy jóvenes (junior), ya estamos sometidos a grandes cargas de entrenamiento y disciplina lo que acentúa más el desequilibrio. En muchas ocasiones el entrenador depende de los resultados de sus deportistas, lo que da paso a presiones y abusos por parte de esta figura.
Durante mis años de carrera he sufrido este tipo de abuso: manipulación, maltrato psicológico, físico, abusos verbales… Recuerdo que un entrenador me dijo que lo peor que le podía pasar es que su hijo fuera gay. Esa persona estaba en mi día a día, influía en mi vida, era un referente para mi y eso me afectó mucho. Me reventó, sentí que le fallaba por ser quien era.
Cuando salí del armario, nadé en 1:57 el 200 mariposa (una muy buena marca) y me bajaron a la mitad el sueldo sin ninguna explicación deportiva. Me lo hicieron pasar muy mal, de manera innecesaria.
OPyB: ¿Cambiarías algo del sistema deportivo para que fuese un espacio más seguro para las niñas, niños y jóvenes?
C.P.: Creo que es necesario educar en el respeto, la diversidad y la tolerancia en el mundo del deporte, al igual que se empieza a trabajar en las escuelas.
Los/as más pequeños pasan mucho tiempo en sus centros deportivos por lo que es lógico que exista una continuidad en la educación hacia el respeto. La gente relacionada con el ámbito del deporte tendría que formarse sobre esos valores y transmitirlos.
Hay que darle más importancia a la educación afectivo-sexual, desde las esferas más altas del deporte hasta la pre-escuela. Y a su vez, no hay que olvidar y remarcar que hay que proteger a los niños/niñas LGTBIQ+ que practican deporte ya que, por desgracia, debido a la homofobia y a la estigmatización que existe sobre el tema dejan el deporte, y no solo eso, lo abandonan con graves secuelas y problemas emocionales tras sufrir todo tipo de abusos. Es un tema de gran importancia que casi no tiene visibilidad en nuestra sociedad.
OPyB: ¿Cuales son los valores en los que cualquier menor de edad debería formarse cuando practica deporte?
C.P.: Realmente creo que hacen falta valores como el compromiso, el esfuerzo… pero para mí, lo imprescindible de verdad es educar a los deportistas en la igualdad, el respeto, la tolerancia y la educación emocional.