Violencia en el deporte base: ¿cómo detectarla?

Por Raquel Mesher. Exgimnasta, copywriter y redactora de contenidos.

<< Al final del día, si puedo decir que me divertí, entonces fue un buen día >>

Gimnasta Simone Biles con sus medallas
Simone Biles
Gimnasta y campeona olímpica y mundial

Así debería ser para todos los niños y las niñas que practican su deporte favorito, pero, ¿y si tu mayor pasión se convirtiese en tu peor pesadilla?

Esta es la realidad de miles de personas cada día.

Todos y todas somos susceptibles de sufrir violencia en innumerables entornos de nuestras vidas, incluso en ambientes en los que a priori suponemos seguros, sanos.

Un entorno donde sorprende encontrar tanta violencia es el deporte base.

Además de un pasatiempo, en esta actividad niños, niñas y adolescentes:

  • Se divierten.
  • Desarrollan capacidades físicas.
  • Aprenden valores.

Sin embargo, también es escenario de comportamientos violentos y de abuso que en la mayoría de los casos pasan desapercibidos.

¿Qué y por qué está ocurriendo? ¿Se tolera más la violencia en algunos ámbitos?

Vamos a intentar entenderlo.

1. ¿Que es la violencia?

La violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.

Cualquier acción que genere estas consecuencias, no solo a quien practique la actividad física, sino también dentro de su entorno, se considera violencia en el deporte.

1.1. Violencia en el deporte base

El deporte base, una actividad física complementaria (que en algunos pocos casos puede desembocar en una práctica más profesional o de alta competición), es en esencia una actividad que practican menores de edad.

Esta particularidad hace que los/as deportistas sean más susceptibles de sufrir abusos, ya que, por su edad, no tienen las herramientas necesarias para frenar esas situaciones, o incluso entender siquiera por lo que están pasando.

Equipo juvenil femenino de balonmano

2. Los actos de violencia más comunes en el deporte base

Vamos a categorizar las situaciones de abuso y violencia enfocándolas desde diferentes perspectivas.

2.1. Tipos de violencia

– Violencia física y/o psicológica.

– Machismo.

– Discriminación por la orientación sexual o LGTBIfobia.

– Racismo y xenofobia.

– Abusos sexuales.

2.2. Contra quién se produce la violencia.

Dependiendo de quién es la persona abusadora y quién la víctima, puede darse:

– Entre iguales. La violencia que se da entre los/as propios/as deportistas, también conocido como bullying.

– De la persona adulta a la menor de edad. Pudiendo ser del/de la entrenador/a al/a la deportista o en el ámbito familiar.

– Entre personas adultas. Suelen producirse de padre/madre hacia el/la entrenador/a. También a árbitros/as (si hubiera) en el transcurso de la competición.

– Entre aficionados. Normalmente durante una competición.

2.3. ¿Qué genera la violencia?

Algunas de las causas que pueden desembocar en sucesos violentos son:

–        Competitividad. Fomentando la celebración excesiva de las victorias y los fracasos.

–        Presión por los resultados. Cuando se reflejan las mismas expectativas en las competiciones amateur que en las profesionales.

–        Abuso de poder. Normalmente se produce del/de la entrenador/a al/a la menor de edad.

–        Control. Para imponer criterios, o mostrar autoridad. Se puede dar tanto de personas adultas a menores de edad, como entre los/as propios/as compañeros/as de equipo.

–        Negligencia y mala praxis por parte del/de la entrenador/a. Con entrenamientos abusivos, poniendo en riesgo la salud física o mental de los/as deportistas.

–        Precariedad de material e instalaciones. Que pueden poner en riesgo la integridad física del alumnado.

3. Síntomas y consecuencias de sufrir abuso y violencia en el deporte.

Como hemos visto, hay muchas combinaciones. Hoy vamos a centrarnos en los casos en los que un/a menor de edad está siendo abusado/a en cualquiera de sus formas.

La actividad física tiene beneficios muy positivos. Sin embargo, cuando el/la menor de edad está sufriendo abusos o violencia puede tener nefastas consecuencias que en algunos casos arrastran hasta la edad adulta.

Mujer joven en posición triste abrazándose las rodillas y con la cabeza hundida

3.1. Consecuencias.

Dependiendo de la experiencia de cada niño, niña o adolescente las consecuencias pueden desembocar en:

  • Problemas de relación y socialización.
  •  Incapacidad para gestionar situaciones problemáticas y/o fracasos.
  • Repetir los abusos sufridos contra otro/a menor de edad al mismo tiempo que los está sufriendo.
  • Desarrollar actitudes agresivas y/o ser la persona abusadora en la edad adulta.
  • Trastornos de personalidad y/o comportamiento.
  • Trastornos alimenticios.
  • Rechazo hacia el deporte que practica o el deporte en general.
  • Abandono de la práctica deportiva.
  • Incorporación de valores negativos como el machismo, racismo o xenofobia.
  • Estrés post traumático: pesadillas, depresión, ansiedad…

3.2. Síntomas: cómo detectar que un/a menor de edad está sufriendo abuso.

Cuanto más pequeños/as son los niños y niñas más difícil va a ser que cuenten a su madre o padre la situación por la que están pasando. No entienden la situación, sienten que están haciendo algo mal, o no quieren defraudar o enfadar a sus padres y madres.

En la adolescencia, cuando son más conscientes de lo que les está pasando, es la vergüenza, el sentimiento de culpa o el miedo a las consecuencias lo que les bloquea.

Como padres y madres debemos estar pendientes de cualquier cambio que podamos notar en los/as hijos/as, sea físico o psicológico. Estos signos pueden alertar de que nuestro hijo o hija está sufriendo una situación de acoso y/o abuso (bullying) o violencia más grave (sexual).

En el plano físico debemos fijarnos si el/la menor de edad tiene alguna marca en el cuerpo, aprovechando por ejemplo la hora del baño o el cambio de ropa.

En adolescentes, al ser más autónomos/as e independientes, es más complicado. Si llevan el cuerpo cubierto cuando hace mucho calor o sobresaltos al tocarle en algunas partes, deberían hacernos, al menos, sospechar y buscar otros síntomas.

Cambios de actitud y malhumor al tener que ir o al volver de la actividad también nos deben llevar a pensar que algo sucede que produzca ese rechazo.

Según la edad y el tipo de violencia sufrida (física, psicológica y/o sexual) podemos encontrarnos algunos de estos síntomas:

0 – 6 años

–        Actitudes anormalmente sexualizadas e interés por los genitales.

–        Masturbación compulsiva.

–        Problemas en el desarrollo cognitivo, intelectual, físico, social.

–        Ansiedad

–        Pesadillas

–        Aislamiento

–        Introversión

–        Tristeza

7 – 12 años

–        Anormalidad en los genitales.

–        Juegos erotizados.

–        Trastornos de conducta: malhumor, irritabilidad, aislamiento, introversión, agresividad.

–        Hiperactividad.

–        Pesadillas.

–        Baja autoestima, ansiedad.

–        Bajo rendimiento académico y/o deportivo.

–        Lesiones.

13 – 17 años

–        Inicio temprano a la sexualidad.

–        Prostitución.

–        Bajo rendimiento o abandono escolar y/o deportivo.

–        Lesiones deportivas.

–        Trastornos de conducta ya descritos.

–        Abuso de sustancias.

–        Conducta autolesiva y/o intento de suicidio.

–        Baja autoestima, ansiedad y depresión.

–        Trastornos alimenticios.

4. ¿Cómo se puede evitar y reducir la violencia en el deporte base?

Es un tema muy complejo en el que juegan muchos factores. Vamos a agruparlos en tres áreas de intervención: atención, educación, prevención.

4.1. Atención.

Observando los posibles síntomas antes descritos y detectando los cambios prematuramente, podemos cortar la situación de violencia o abuso hacia los/as menores de edad lo antes posible, evitando que vaya a más y que las consecuencias físicas y psicológicas sean más graves.

4.2. Educación.

  • La educación siempre es una base fundamental. El desconocimiento sobre un tema nos deja sin herramientas para enfrentarnos a situaciones complicadas.

Cuanta más información tengan las personas involucradas en ese centro deportivo, mejor podrán enfrentarse a una posible situación de violencia.

En este apartado también queremos destacar la importancia de la desmitificación del deporte. ¿A qué nos referimos?

  •      El deporte base se ve como una actividad donde los niños y niñas se lo pasan bien y no cabe el pensamiento de que sea un lugar donde pasen “cosas malas”.
  • En ocasiones se normalizan y excusan conductas negativas, porque “es normal” que al competir haya actitudes agresivas, se produzcan roces entre iguales o malas palabras del/de la entrenador/a. “Es la pasión, la emoción, el momento de la competición…”, ¿verdad?
  • La idealización del entrenador o entrenadora. Se tiende a ver a esa persona como una figura de autoridad. Alguien cercano/a y casi de la familia. Esto provoca generalmente negación o incredulidad a que pueda ser un/a abusador/a.

Con una buena educación podemos romper la percepción idílica del deporte, que lo convierte en un ámbito permisivo a comportamientos inaceptables, y que en ocasiones ciegan a las familias ante síntomas evidentes de violencia.

4.3. Prevención.

Muy ligada a la educación, ya que dando herramientas a los/as menores de edad, entrenadores/as y otras personas responsables del club, y las familias, estamos despertando la conciencia de generar un ambiente seguro y sano para los/as deportistas con el objetivo de prevenir la violencia y el abuso y evitar la complicidad o el miedo a la denuncia.

Pero además para la prevención debemos contar con:

·        Estrategias de protección y protocolos de actuación por parte de los clubes o centros deportivos.

·        Regulación y reglamento respecto al comportamiento durante la práctica deportiva.

·        Psicólogos, observadores y otros profesionales formados que puedan detectar y denunciar cualquier situación de violencia.

·        La implicación de organismos oficiales y gubernamentales que protejan con leyes a los/as menores de manera contundente.

LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE BASE. RECAPITULAMOS

Cuando leemos sobre estas cosas nos parecen muy lejanas, algo que les pasa siempre a otras personas. También creemos que nos daríamos cuenta en seguida porque los síntomas son muy obvios.

La verdad es bien distinta: la violencia y abusos en el deporte base es más común de lo que podemos (y queremos) pensar.

Entran en juego muchas características que las convierten en unas situaciones muy complejas:

  • La habilidad de los/as abusadores/as para camuflar sus actos y elegir a sus víctimas.
  • La impunidad.
  • La normalización de algunas actitudes.
  • Los límites difusos.
  • La implicación de menores de edad.

Por último, la complicidad y la inacción por parte de otras personas o centros deportivos por miedo al escándalo y la mala fama, o de las propias víctimas, permiten que se sigan perpetuando estas conductas nocivas y lesivas para niños, niñas y adolescentes.

Si estás sufriendo o conoces una situación de violencia y/o abuso de cualquier tipo y no sabes qué hacer, puedes ponerte en contacto con nosotras con total seguridad y te guiamos y asesoramos en cómo puedes actuar o qué puedes hacer.


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